Oinatz Bengoetxea (Leitza, 1984) acaba de finalizar su trayectoria deportiva. Durante gran parte de ese recorrido ha tenido como compañero de viaje a Jokin Altuna (1996), pero al amezketarra aún le queda mucho camino por delante.

Ambos han brindado infinidad de oportunidades a los aficionados de disfrutar de la pelota a mano desde las gradas. Hoy, sin embargo, se han presentado fuera de los frontones, en Ermentañe de Abaltzisketa, para conversar un poco acerca del momento en el que llega la hora de dar por finalizado el oficio de la pelota, ante un buen número de aficionados. Ha sido el primer evento ofrecido por primera vez por Logikaline, cuyo propósito es reunir alrededor de una mesa el personal de la empresa, los vecinos del pueblo y los clientes.  

Han hablado sobre lo que la vida les ha aportado desde que decidieron vivir de la pelota, pero con una pregunta como permanente hilo conductor: después de la pelota ¿Qué? En ese camino realizado entre tres paredes, la distancia recorrida a mano puede ser larga o corta. Tal como ha señalado Iñaki Gorostidi (Abaltzisketa, director de Logikaline), que ha actuado de moderador, si tomamos como regla el tiempo que dura la vida, a los deportistas les llega pronto el momento de la retirada, se les hace corta la trayectoria deportiva.

En el recorrido profesional de ambos, sin embargo, la luz de las dos estrellas ha iluminado Amezketa y Leitza, Gipuzkoa y Navarra. Ha sido una clara demostración de cómo se reúne todo un pueblo pequeño alrededor de una cancha, observando con admiración la pelota; cuando se ponen el gerriko, el pueblo se siente arropado. Han vivido, de verdad, el sueño máximo de cualquier pelotari: la txapela de la mano a mano profesional. Uno acaba de dar por finalizada su trayectoria profesional; al otro, en cambio, aún le queda mucho recorrido por delante. Ambos son referentes. Más allá de los años y de los momentos finales, los dos han reconocido que sí han solido pensar sobre el futuro. Según ha señalado Bengoetxea, “los pelotaris, cuando dejan de ser profesionales, casi nadie aparece en los frontones. Desconozco a qué puede ser debido; pero, yo tenía claro que no quería alejarme de ellos”.  

Golpeando o amagando la pelota, dando por finalizado o iniciado un camino, la cuestión es que Bengoetxea va a acometer una nueva etapa en su vida. Ahora se situará al otro lado de las canchas, pero vinculado a las mismas, tal vez poniendo su voz en las retransmisiones radiofónicas; sea como fuere, seguirá midiendo los fines de semana con la regla de 22 puntos.  

En el regazo del Txindoki, mirando los pasos de un pelotari, no resulta fácil responder la pregunta planteada por Iñaki Gorostidi; pero, en palabras de los dos pelotaris, “es una suerte vivir de la pelota”. Les han dado la oportunidad de vivir la pelota a los amigos, a la gente y a los niños y niñas que desean llegar a alcanzar la grandeza de la pelota como ellos han hecho. Cuando un principiante se fija en una persona referente, la mirada suele ser cercana y próxima; la persona referente suele ser persona estimada.

Han explicado cómo viven el mundo de la pelota desde dentro. Bixente Gorostidi (Amezketa, 1973) ha puesto sobre la mesa la influencia que ejercen las empresas privadas sobre la realidad de la pelota. En su opinión, puede ocurrir que los futuros pelotaris jóvenes no se decanten por la pelota, debido al control e influencia que ejercen aquellas sobre este deporte.  

Bixente Gorostidi ha propuesto una reflexión acerca de la evolución y el futuro de la pelota. Cree que la pelota ha pasado de brindarnos frontones llenos, abarrotados de fervientes aficionados a ser un deporte vasallo de la televisión. En determinados partidos, sí se llenan los frontones; pero, en muchos otros partidos, los vemos bastante vacíos. El bertsolari amezketarra lo compara con las iglesias: la mayoría “gente mayor”. Altuna también ha reflexionado acerca de ello. Piensa que la pelota se encuentra a un gran nivel, pero que ello tiene su riesgo: “en días puntuales acude mucha gente a los frontones, pero hay otros días en los que acude muy poca gente”. Cree que ello puede ser debido a que las cosas no se han hecho todo lo bien que se deberían haber hecho.

Comparando con otros deportes, Altuna piensa que los pelotaris no tienen las mismas facilidades, como por ejemplo en el futbol. En la pelota, “juegas un partido el viernes y, a pesar de precisar un masaje, ves que no tienes a nadie”. No obstante, ha aclarado que la pelota tiene sus pros y sus contras, como cualquier otro deporte. En ese sentido, Bengoetxea considera que “la vida del pelotari ofrece un buen modo de vida, con sus esfuerzos y sacrificios”.

Ermentañe, si bien ha cerrado las puertas del bar, ha ofrecido numerosas y formidables tardes de pelota, les ha ofrecido a los vecinos y, en general, a los aficionados numerosos y emocionantes partidos de mano a mano y de parejas. Ha sido un perfecto ejemplo de cómo la pelota se ha convertido en motivo de unión y reunión de los vecinos del pueblo. Lo de hoy puede considerarse un gesto de agradecimiento a los pelotaris y a los vecinos de Abaltzisketa, un punto de encuentro de profesionales y aficionados. En suma, el deseo de todos es que la pelota siga siendo un espacio para reunirnos, disfrutar y retomar fuerzas.