En las primeras líneas de Anna Karenina Tolstoi hablaba de lo parecidas que son las familias felices entre sí y lo diferentes que son en la infelicidad. Algo similar ocurre con las empresas.

En tiempos de bonanza el mundo giraba igual para todas, pero las cosas cambiaron en tiempos de COVID-19.

Solo en Gipuzkoa cuatro de cada diez empresas se encuentran con su actividad parcial o totalmente suspendida y este forzado parón ha arrastrado consigo a más de 60.000 personas, pero ¿Qué ha diferenciado  a unas empresas de otras?

Leire Elósegui, responsable del Departamento de Recursos Humanos de Logikaline destaca  tres claves de supervivencia diferenciales: capacidad de anticipación, capacidad de reacción y sobre todo, personas implicadas y responsables.

Pero es necesario sumar un factor diferencial más a todos los anteriores: ser capaces de poner el know-how tecnológico al servicio de las persona. No es lo mismo trabajar con correo electrónico y móvil desde casa, que en un contact center, conectados a una plataforma propia para atender llamadas de todo el mundo. Con esta exigencia como telón de fondo posibilitamos el teletrabajo al 90% del equipo, apostilla.

La crisis que se avecina será una  debacle para las empresas. Mientras algunas  multinacionales aprovecharán la ocasión para llevar a cabo una reducción de plantilla y hallar nuevos modelos de retribución para sus trabajadores,  las pequeñas,  tendrán menos margen de acción. Algunas sin posibilidad de teletrabajo ni “colchones” que les procuren la supervivencia, estarán abocadas al cierre. Pocos quedarán indemnes.

Al igual que el resto, no sabemos lo que está por venir.

A diferencia de ellas, en los malos tiempos nos quedamos con una lectura positiva: nuestra capacidad de respuesta en tiempo récord. Algo solo posible con un equipo comunicado, implicado y reactivo, concluye Elósegui.